quedó marchitada la flor, que selló,
el gran amor entre un poema y su oda
en un escenario de ojos en destello.
Ya no habrá estambres ni pistilos
donde se determine el amor de ella,
pues transidos quedarán los estilos
de una flor que una vez fué bella.
El amor se escurre entre el destino,
de aquella ilusión donde el pedículo
sale fortalecido del grandioso sino
donde tu amor será todo un anhelo.
Pudo ser la dulce voz del gineceo,
robusta de estigma, estilo y ovario
donde se cierna el dulce androceo
junto a lo eterno, el floral y nectario.
Y así, muriendo va aquel gran amor
entre periantos, corolas y sépalos,
donde se va acrecentando el dolor
y desaparece el brillo de los Ópalos.
Hoy triste se ven aquellos pétalos
de la hermosa rosa toda llena de fulgor,
mientras mi alma, repleta de halos
deja en el ruedo a la marchita flor.
