cuna de mis gratas añoranzas
por tus bellos mares abrigada
crepúsculo de perenne hermosura.
¡Quién podrá de ti!, madre patria
apiadarse de tantos tentáculos
que usufructúan de ti el erario
y absortos mis ojos tremulan.
Hondas penas que entorpecen
la mirada profunda de mis adentros.
Aves de rapiña trituran tus entrañas
hurgando en cada parte de ti.
Mentes carroñeras, que pululan
alrededor de tu inerte cuerpo,
usurpándolo todo a su paso
¡Oh! , bello y hermoso terruño.
¡Quién diría que tus hijos!
Cual piraña, devorando presa
sucumben ante la ignominia
mientras tú, endeble e indefensa.
No hay perdón para el que roba
o se nutre de lo que no es suyo,
perfectos demonios disfrazados
como fieles servidores públicos.
Vertida la sangre, cual riachuelo,
héroes grandiosos inmolados;
razón de cobardes agazapados
tomando para sí, lo que es de todos.
¡Ay de ti! , mi tierra amada
cuyo nombre cala profundo,
de ciertos vagabundos poblada
sin tener sentimiento alguno.
¡Oh! , República Dominicana
de seres viles eres la victima.
Dolor inmenso de lesa patria
profundo cavan para ti la fosa.