para sembrar mi espiga en tu surco
y abonarlo con el inmenso amor,
que mi alma guarda en sus adentros.
Verter el abono viril y perfecto,
que revoloteará tus sueños en sembradío.
Déjame entrar a tu huerto.....
y sembraré en él todas las rosas,
que le faltan a tu hermoso jardín
e irrigarlas todos los días y las noches,
con la dulzura de mis tiernos besos,
Déjame entrar, y te juro.....
que nadie irrigará tu sembradío como yo,
abonándolo con la ternura y pasión
que guarda este humilde labrador,
que solo sueña con tenerte a su lado
y saborear el fruto tierno de tu alma.
Déjame entrar a tu huerto.....
que al fin y al cabo, mis besos te pertenecen
y tu surco y las semillas serán el ardid
donde recogerá sus frutos tu fiel jornalero.
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