y todo mi ser se rindió a sus pies.
Era bella, más que bella, ¡ bellísima !,
de ojos claros y piel canela,
preciosa como ninguna.
¡ Quién podría resistirse a tanta hermosura !
Sus ojos lindos como de lirios
dulce sonrisa y voz de ninfa,
era la tierra, rica en minerales.
Mina perfecta para labrar sus yacimientos.
¡ Qué preciosura de mujer !,
posiblemente la más perfecta
inigualable, a sus vista.
Y a la mía, ¡ uf !, inconmensurable.
En ella no sobraba espacio
todo era virtud y armonía
cada centímetro de su cuerpo,
era una medida perfecta,
sin asíntotas ni hipérboles.
Es tan solo, simétricamente bella.
Sus lindos pechos solemnes
simplemente inspirando besos,
firmes como el roble y el cedro.
Así la ví, así la sueño, solo mía
entre mis brazos, surcada, adherida
palpandola como a nadie, sentida
mía, si mía, sencillamente mía.
